¿Te has planteado alguna vez esta pregunta? Puede que para algunos aspectos de tu vida tomes más la iniciativa que para otros, pero ahora quiero que te centres en tu faceta profesional.

Cuando estaba preparando el webinar “Los 7 hábitos de los profesionales altamente efectivos en LinkedIn”, confirmé que el primero de ellos, “Sé proactivo”, es la clave de todo; ya que cada uno de nosotros es el responsable de su vida.

Así que tu vida profesional actual es consecuencia de las decisiones que tomaste en el pasado y tu vida profesional futura será consecuencia de las decisiones que tomes en el presente.

¿Cómo tomamos nuestras decisiones?

Si una persona es reactiva, a partir de cierto estímulo tomará una respuesta de forma impulsiva, dejándose llevar por las emociones o instintos sin reflexionar sobre las consecuencias.

En cambio, si una persona es proactiva ante ese mismo estímulo hará una pausa para no dejarse llevar y escoger mejor qué hacer. Y para ello todos disponemos de los siguientes cuatro recursos:

  • Autoconciencia. Aptitud que nos permite distanciarnos de nosotros mismos y observar nuestros pensamientos y acciones.
  • Imaginación. Capacidad de contemplar nuevas posibilidades, pudiendo visualizar lo qué queremos y cómo llegar hasta ello.
  • Moral. Percepción interior que nos ayuda a distinguir lo que está bien de lo que está mal.
  • Voluntad. Poder para actuar, sobreponiéndonos a nuestros hábitos e instintos.

Está claro que no podemos controlar todo lo que nos sucede, pero sí podemos escoger qué hacer al respecto… y esto es lo que marca la diferencia.

Sobre este tema recuerdo lo que les sucedió a dos amigos míos.

Amigo #1

El primero trabajaba en una agencia de marketing digital. Él cada vez tenía más responsabilidades y le comentaron que le mejorarían las condiciones, pero ese momento no acababa de llegar. Más adelante, entró a trabajar en la empresa un amigo de su jefe.

Este nuevo compañero empezó a ocuparse de ciertos temas y a estar cada dos por tres reunido con su jefe. Al poco tiempo, se le empezaron a asignar algunas cosas que llevaba mi amigo.

Él era consciente de que cada vez le estaban dando más de lado y aunque seguía haciendo su trabajo como siempre, estaba muy incómodo por las promesas incumplidas y por el nuevo trato hacia su persona.

Cuando me lo comentó le dije que no tenía buena pinta y que sería mejor que empezara a moverse. Mi amigo estaba de acuerdo, pero decía que llegaba a casa tan agobiado por la situación que lo que más le apetecía era desconectar y que ya haría algo más adelante.

Pasaron unos meses y llegó un día en el que el jefe de mi amigo le emplazó a una reunión en la que le comunicaron que prescindían de él. ¿Y quién se quedó con su puesto? Por supuesto el “amiguete”. Aunque ya se lo veía venir, no le sentó bien sobre todo por la incertidumbre que empezó a tener con su nueva situación.

Así que a partir de ese momento no tuvo más remedio que empezar a hacer algo. Empezó mejorando su perfil de LinkedIn y a mover contactos. Gracias a ello participó en varios procesos de selección, pero en ninguno le acabaron contratando. Viendo el panorama, empezó a valorar el trabajar por cuenta propia y tras unos meses al final es lo que acabó haciendo.

Amigo #2

El segundo trabajaba en el departamento de compras y logística de una empresa. Como en el caso anterior, también le hicieron promesas como promocionarle a llevar la dirección de esa área.

Iba pasando el tiempo y no se concretaba nada, además la empresa de vez en cuando despedía a gente, no solo operarios, sino también personal de administración y algún directivo.

Ante esta situación, mi otro amigo decidió empezar a moverse. Como en el caso anterior, empezó potenciando su presencia en LinkedIn y al poco tiempo en esta red social encontró una oferta que encajaba con su perfil profesional en una empresa de comercio electrónico. Se inscribió en ella, le contactaron y tras participar en el proceso de selección, le escogieron.

Cuando le comunicó a su empresa que se iba, a los pocos días su jefe le ofreció un importante aumento de sueldo y pagarle un máster si se quedaba. ¿Sabéis que escogió mi amigo? La empresa de comercio electrónico.

La decisión no fue fácil, ya que podría haber seguido trabajando en algo que ya conocía y cobrando bastante más; frente a empezar en un sector en el que no tenía experiencia y con mucho trabajo por hacer. Pero, por otra parte, en su anterior trabajo no tenía tanto que aprender y a lo que había que añadirle las expectativas negativas con tanto despido.

Ahora que ya lleva un tiempo tiene un background profesional mucho más completo y atractivo que antes. Además, cada vez tiene más responsabilidades y está empezando a recibir ofertas de otras empresas ecommerce.

¿Quién fue reactivo y quién fue proactivo?

Obviamente mi primer amigo fue reactivo. Dejó que sus emociones le condicionaran, prefiriendo desconectar en lugar de trabajarse una alternativa y como consecuencia otros acabaron decidiendo por él. Al quedarse sin trabajo sí que se vio obligado a moverse, pero al ver que no le salía nada fue entonces cuando decidió montar algo por su cuenta.

Mientras que mi segundo amigo sí que fue proactivo. Empezó a buscar algo mientras aún tenía trabajo y fue él quien decidió ante una buena oferta para quedarse, que seguramente no le hubieran ofrecido si no hubiera dicho que se iba, el empezar una nueva etapa profesional.

El primero podría haber sido más proactivo si al empezar a ver cosas raras hubiera hecho lo que hizo al quedarse sin trabajo. Ya que de esta manera perdió varios meses en los que hubiera podido encontrar alguna oportunidad interesante. Además, no es lo mismo estar buscando trabajo mientras ya se tiene uno que si no se está empleado.

Y por otro lado, si mi amigo tenía intención de establecerse por su cuenta podría haber empezado a hacer algo antes y no esperar a ver que no encontraba trabajo para planteárselo, ya que tampoco es lo mismo emprender por vocación que por obligación.

¿Tendría que ser una persona más proactiva?

Como hemos visto al principio cada uno es el responsable de su vida, nos guste o no. Y tú eres quién conoce mejor tu situación actual y las expectativas que puedas tener.

Está claro que si no tienes trabajo hay una necesidad de hacer algo, igual que si no estás bien en tu trabajo actual. En cambio, si tu situación profesional es buena es normal que no te plantees hacer mucha cosa. De todas maneras, ten en cuenta que los trabajos ya no son para toda la vida, tarde o temprano cambiarás y mejor si eres tú el que elige hacerlo y no tu empresa. Y si tienes un negocio no hay otra elección que moverse, porque si no será tu competencia la que te pase por delante.

En conclusión, siempre hay que estar preparado para lo que pueda pasar y aprovechar las oportunidades que se presenten. Al final todo se resume en tu actitud; puedes ser una persona reactiva y esperar a que te pasen las cosas o puedes ser una persona proactiva y hacer tú que pasen. Es tu decisión, ¿qué eliges?

Alberto García

Fundador de Linkedbrand, Consultor y Formador de LinkedIn y Marketing de Contenidos

Demuestra tu valía e impulsa tu vida profesional

Share This