¿Has oído alguna vez la frase “progreso, no perfección”? Yo la primera vez que la escuché fue en el cine, viendo la película “The Equalizer. El protector” (2014), protagonizada por Denzel Washington.
Resultaron ser unas simples palabras en medio de una película de acción, pero que se me quedaron grabadas. Y cuando veo que estoy dedicando demasiado tiempo a un tema o estoy estableciendo unas expectativas poco realistas o estoy buscando el momento adecuado para hacer algo importante; trato de recordarlas para avanzar, mejorar y no aplazar.
Y es que se suele dar la paradoja que podemos llegar a pensar que la perfección nos va a garantizar el éxito, cuando suele contribuir a conseguir precisamente lo contrario.
¿Por qué evitar la perfección?
Poner el foco en la perfección es muy tentador, al fin y al cabo si algo va a ser o a ir perfecto, no se podrá ni ignorar ni criticar. El problema es…
… que la perfección no existe.
Aún así en muchas ocasiones la perfección hace acto de presencia en nuestras vidas y en el ámbito profesional no es una excepción. Queremos el empleo perfecto, el negocio perfecto, el producto perfecto, la presentación perfecta, la campaña perfecta… o esperamos el momento perfecto para cambiar de trabajo, emprender un negocio o reinventarnos profesionalmente.
Tratar de alcanzar la perfección requiere mucho tiempo y energía. Si prestas una atención excesiva a todos los detalles, estarás alargando el proceso para que en la mayoría de ocasiones no comporte un cambio significativo o que incluso más adelante te veas obligado a cambiar algún aspecto porque durante ese periodo algo haya podido quedar desfasado.
Además, focalizarse en la perfección te lleva a pensar en términos de blanco o negro, ganar o perder, perfecto o nada. Lo cual limita mucho tus opciones.
Al final, en la búsqueda de la perfección no suele tardar en aparecer una compañera de viaje: la procrastinación. Esa tendencia a aplazar algo mientras esperas las condiciones ideales, cuando surge algún problema en tu camino o si ves que no estás consiguiendo lo que te has propuesto.
¿Y cómo afecta a uno mismo todo esto? Pues al ver que no logras lo que quieres, esto afecta negativamente a tu confianza y autoestima. Lo que puede llevarte a abandonar tu objetivo y quedarte con la sensación de que eres incapaz de cambiar las cosas.
En definitiva, la perfección no puede ser tu foco porque el resultado es inalcanzable. Lo que sí es alcanzable es que des lo mejor de ti y en ese proceso aprenderás, crecerás y mejorarás.
¿Por qué centrarse en el progreso?
Poner el foco en el progreso hace que el camino hacia tu objetivo sea más realizable y también más gratificante.
Voltaire dijo: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Es preferible algo bueno, que incluso puede ser excelente, pero que sobre todo es real; que algo perfecto que por muchos recursos que le dediques no llegará a existir como tal.
Cuando vi el documental “6 days to air: the making of South Park”, me llamó la antención lo que comentó Trey Parker, uno de los creadores de la mítica serie de animación, acerca de la búsqueda de la perfección y una solución para no caer en su trampa:
«Siempre pienso, ojalá tuviera otro día para este capítulo… Por eso hay tantos episodios de South Park, porque hay una fecha límite y no te puedes pasar. Porque habría muchos capítulos en los que empezaría no, no todavía no está, todavía no está y me pasaría cuatro semanas con cada episodio. No haces más que empezar a dudar de todo y reescribir cosas y darles demasiadas vueltas para que al final te salga un 5% mejor.»
Centrarse en el progreso fomenta una mentalidad de crecimiento. Al buscar como avanzar y mejorar, experimentas nuevos enfoques y compruebas qué funciona y qué no.
¿Qué ocurre con las aplicaciones de tu smartphone? Pues que están en “beta constante”. Cada cierto tiempo sale una actualización que soluciona algún error anterior o que incluye alguna nueva funcionalidad. De esta manera, esa aplicación cada vez es mejor. Si esperaran a tenerla “perfecta” antes de salir al mercado, nunca llegaría a tu móvil.
Para ser más consciente de tu progreso, puedes dividir tu objetivo en diferentes subobjetivos y estos a su vez en diferentes tareas. Así te será más fácil avanzar y a medida que vayas completando cada una de esas tareas, obtendrás una sensación de logro que te motivará a seguir adelante.
Teniendo en cuenta lo anterior, celebra tus avances. Un progreso lento es mucho mejor que ningún progreso. Así que aunque estos sean pequeños, festéjalo de alguna manera y de esta manera disfrutarás más de todo el proceso.
¿Y cómo afecta a uno mismo todo esto? Pues al ver que estás avanzando y que te estás acercando a lo que quieres, tu confianza y autoestima se incrementan. Refuerzas la creencia de que puedes alcanzar las metas que te propongas.
Así que la próxima vez que te des cuenta que tu foco está en la perfección, redirígelo al progreso lo antes posible. Ya que no podemos ser perfectos, pero sí mejores.
Alberto García
Fundador de Linkedbrand, Consultor y Formador de LinkedIn y Marketing de Contenidos